Informe Científico para el Departamento de Biología Animal, para el Decanato de la Facultad de Ciencias, y para el Rectorado de la Universidad de Málaga.
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1. Partimos de una lección magistral, impartida por un profesor P a un alumno A.
En estas circunstancias, supongamos que la participación activa del profesor es 0.9, y la del alumno 0.1, pues el 10 % del tiempo se dedica a preguntas por parte del alumno.
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2. Segundo supuesto: Un profesor P y dos alumnos A1 y A2.
En estas circunstancias, a P corresponde 0.9 y a cada alumno 0.05.
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3. Tercer supuesto: Dos profesores P1 y P2, y tres alumnos: A1, A2, y A3.
Este supuesto me viene a la cabeza, tras asistir en la sede de CGT de Málaga, en el 2004, a una charla compartida al unísono por dos compañeros (compañero y compañera) procedentes de Oaxaca, México. Cada ponente participaba con diez minutos de charla, tras los cuales se abría un turno de preguntas, antes de pasar la voz al otro ponente.
En nuestro caso, para simplificar, partimos de dos ponentes que se reparten el tiempo en dos mitades. Si la clase es de 50 minutos, cada ponente habla 20 minutos, y el resto, 10 minutos, es para preguntas.
Entonces tendremos: P1: 0.45, P2: 0.45, A1: 0.033, A2: 0.033, A3: 0.033.
Como podemos ir viendo, conforme aumenta la población de mamíferos sociales, en el Aula, incrementa la diversidad genética, biológica y cultural. Pero al mismo tiempo, esta emergente diversidad, va convirtiéndose, cada vez más, en diversidad oculta, no participante. Pues el aula deja de ser un entorno social, de socialización, y pasa a ser un espacio de individualización.
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4. Cuarto supuesto: Un Profesor P, y 4 alumnos: A1, A2, A3, y A4 con Power Point.
Se supone que en los casos anteriores, la lección magistral era plenamente oral, o bien apoyada por la pizarra clásica.
En este Cuarto Supuesto, a la diversidad de la población de mamíferos sociales, se añade la herramienta tecnológica del Power Point, donde aparecen, de momento, solo texto e imágenes estáticas, sin movimiento. Complementando a la pizarra clásica y a la oratoria de la lección magistral.
En este cuarto supuesto, además, incluimos la participación activa de cada uno de los alumnos, que son llamados al estrado en una lluvia de ideas, donde cada cual escribe en la pizarra el concepto o la idea, que intuitivamente ha encontrado.
Como veremos a lo largo de otros supuestos, en realidad la diversidad de formas activas de participación de los alumnos, es prácticamente infinita en variaciones y matices. De hecho cada clase, como suceso, es único, si bien los contextos de aprendizaje, según la riqueza y diversidad de recursos utilizados, pueden aportar una mayor o menor eficiencia al proceso de enseñanza – aprendizaje.
En principio me refiero, evidentemente, a las clases en la universidad, que es donde las imparto. Pero es muy relevante recordar aquí que el alumnado que llega a la universidad, viene de las enseñanzas medias, de aulas y actividades de enseñanza – aprendizaje muy diferentes unas de otras. A partir de mis indagaciones, entre el alumnado universitario, se ponen de manifiesto varios principios generales. Entre ellos, destacar que la mayoría del alumnado universitario, llega a la universidad tras unos 17 años en los cuales la actividad en el aula ha estado claramente dominada por la lección magistral, y una estructura física de sillas y bancas caracterizada por su distribución espacial ortogonal. Varias filas de bancas, colocadas en paralelo y mirando siempre o casi siempre hacia el estrado donde se suele situar el profesor.
¿Es así en todos los centros?
Mi indagación ha encontrado que existe un cierto porcentaje de estudiantes, aparentemente muy bajo, que en algún curso sí ha participado, con las sillas en círculo, en actividades de enseñanza – aprendizaje en el aula, de carácter cooperativo y grupal.
Asimismo conozco a un cierto número de profesores de instituto, que suelen dar las clases en círculo, aunque también me confiesan las diversas dificultades que se encuentran y/o encontraban, desde las aulas TICs, a las quejas de otros profesores que al entrar a clase se encuentran las sillas puestas en círculo, de la clase anterior…
¿Es así en todos los países?
Desde luego que no. Al menos en el Reino Unido y/o en Londres, los estudiantes con 12 años asisten a clases en aulas en una doble “U”, que se mantiene también durante las lecciones magistrales, al mismo tiempo que facilita la comunicación directa visual entre toda la población de mamíferos sociales del aula. Por otro lado, según mi informante, en Londres los estudiantes de 12 años dedican una gran parte del tiempo del aula a actividades participativas y grupales, en las que los alumnos se mueven activamente dentro del aula, entre ellas dinámicas con ordenadores, pero no solo.
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5. Quinto Supuesto: Un profesor P y cinco alumnos: A1, A2, A3, A4 y A5, con dinámica de presentación.
En la educación alternativa, existe una gran variedad de dinámicas y actividades prácticas, que facilitan tanto la interacción en el aula, como el conocimiento mutuo y por tanto la socialización.
Tengamos en cuenta que nuestros alumnos de biología y ambientales, irán destinados a pelearse por un puesto de trabajo, cuando terminen sus estudios acá en la facultad. Y en su empresa están obligados a enfrentarse a la sociedad. Y su eficiencia en su empleo profesional, dependerá, mucho más que de sus conocimientos teóricos, del tipo de enseñanza – aprendizaje que haya desarrollado en su formación, desde el colegio, al instituto y a la universidad.
Un juego de presentación puede hacerse en aulas con las bancas esclavas, atornilladas al suelo, en especial si son solo 5 alumnos. En un hueco entre las bancas esclavas, formamos un círculo y vamos presentándonos. Cada uno de los mamíferos sociales del aula, elegirá un apellido especial para la ocasión, que esté relacionado, de alguna manera, con los contenidos de los temas, pero que empiece por la misma letra que nuestro nombre. Si en la clase anterior hemos hablado de la diversidad de ecosistemas forestales de la provincia de Málaga, pues yo puedo elegir ser, para la ocasión: “Agustín Alcornocal”, por ejemplo…
Entonces, la dinámica discurriría así. Estamos en un círculo. Yo me presento, tras haber explicado la dinámica.
“¡Hola! Yo soy Agustín Alcornocal”.
La persona a mi izquierda, tras escucharme, mirando al círculo y dándome la mano, dice:
“¡Hola! Él es Agustín Alcornocal, y yo soy …..
Este juego tiene dos variantes básicas. Tras completar la rueda de presentaciones, se puede iniciar una nueva rueda, pero presentando a todas las personas que se han presentado antes que tú. Es decir, debes recordar todos sus nombres y apellidos. En nuestro caso, con 5 alumnos, no resulta muy complicado. En cualquier caso, se aceptan pistas visuales por parte de los demás participantes, que sin emitir palabra, gesticulan con sus cuerpos imitando, desde la creatividad, el apellido que sea…
6. Sexto Supuesto: Un profesor P y 6 alumnos A1 –A6, que trabajan en grupo.
Un trabajo en grupo puede ser reflexionar sobre algún aspecto relevante, del tema de la lección anterior, elegido en consenso por la población de mamíferos sociales del aula.
Los 6 alumnos se reúnen colocando sus sillas de pala en un solo círculo. Y así debaten y comparten sobre el particular. Uno de ellos, va tomando nota de las ideas que vayan surgiendo y al final, entre todos diseñan un cartel, donde en un mapa conceptual, relacionan las ideas que han compartido.
Y ahora llega “la hora de la verdad”. Me consta por informantes de Erasmus, que en Dinamarca hay universidades públicas donde cada alumno hace al menos dos exposiciones públicas a la semana, donde defiende una determinada tesis, elegida con apoyo del profesor.
En nuestro sexto supuesto, y en un ambiente más bien familiar, con seis alumnos y un profesor, a uno de los alumnos le toca exponer a todo el grupo, las conclusiones a las que han llegado y que aparecen estructuradas en un mapa conceptual. Generalmente siempre hay alguien con más experiencia, que puede ser el primero en exponer.
Desde luego es muy distinto exponer una tesis doctoral, ante el público y un tribunal, que exponer unas conclusiones a través de un mapa conceptual, en un día cualquiera de clase. La cuestión es que a medida que los alumnos se van soltando más y más, tanto en la participación grupal, como en la exposición en público de sus ideas, ocurre algo sencillamente maravilloso, que yo tuve la oportunidad de revivir, en mis propias carnes, a medida que me ilusionaba y me lanzaba en el apasionante y divertido mundo de la educación alternativa. Recuerdo que cuando inicié mi viaje iniciático transdisciplinar, y me animaba a asistir a charlas y conferencias “de otros temas”, al principio me daba incluso vergüenza preguntar, por mucho doctor que fuese.
Es muy probable y deseable, que en un futuro próximo, estos procesos de redemocratización de la educación, conduzcan a una población de mamíferos sociales, libre de expresarse por cualquier canal, y de expresarse definitivamente, y en público, sin sentir ninguna vergüenza. Pues dejaría mucho que desear una universidad, en pleno siglo 21, donde sus licenciados tuviesen que asistir, a unas clases especiales “para aprender a hablar en público”, cosa que dejaría de tener sentido si han participado activa y colectivamente, tanto en la enseñanza – aprendizaje, como en la socialización de la población de mamíferos sociales.
7. Séptimo Supuesto: Un profesor P y 7 alumnos A1 –A7, conectados por Internet.
En esta ocasión, el profesor ha elegido un video de Internet, para introducir el tema de debate. El profesor busca en Internet el documento en cuestión y este es visualizado por la población de mamíferos sociales.
8. Octavo Supuesto: Un profesor P y 8 alumnos A1 – A8, “Instant University”
Hasta el momento resulta sencillamente abismal, la diferencia de uso y disfrute de Internet, entre los alumnos, dentro y fuera del aula. Ahí “fuera” ha saltado una revolución tecnológica de quinta generación, en buena medida engendrada en las universidades. Pero aquí “dentro” en las aulas, es como si viviéramos en otra galaxia, donde esa revolución, sencillamente sigue siendo invisible. Resulta este hecho ser una disonancia cognitiva “bestial”, que ha conducido a que los mamíferos sociales alumnos, se enfrenten, en general, dentro del aula, a un mundo ausente, que para nada existe fuera del aula. Resulta tremendo, y al mismo tiempo tan sugerente como prometedor, el hecho de que escriban más en los blogs los niños de 12 o 13 años que los estudiantes o profesores de universidad. La sociedad de la información “facilísima, rapidísima y divertidísima” está a años luz de haber colonizado a día de hoy los sacrosantos claustros universitarios. Me gusta mucho poner a tele cinco como modelo de la universidad del futuro. Me imagino a esos niños londinenses que pueden realizar ampliamente su biopoder, gracias a la “primacía del movimiento”, se mueven activamente, animados por sus naturales impulsos para la interacción y aprendizaje del mundo, y dejan así de pertenecer a la clase “hiperactiva” e hipermedicalizada.
La paradoja de la universidad del XXI es la encrucijada entre dos culturas, dos generaciones, dos clases sociales, cuya separación marca exactamente la distancia entre el caos actual, de un sistema lineal, obsoleto, y la transición hacia el utopianismo de un auténtico modernismo o modernidad, al estilo de Serge Latouche, que simplemente está basado en la lógica expansión de la sociedad de la información, de quinta generación a las universidades, empresas e instituciones en general.
Pero esta expansión de la sociedad de la información tiene dos caras, dos aspectos, complementarios y sinérgicos. Una es Internet y la Web 2.0, de donde deriva “Instant-University” como un entorno donde distintos grupos de mamíferos sociales, confluyen a través de la Web 2.0, desde sus respectivas aulas. Desaparece así la frontera física del aula. Los mismos alumnos pueden elegir con quien van a ir compartiendo sus clases, que terminan así siendo “una vuelta al mundo en lo que dura un curso”.
Por otra parte, la interacción contínua con Internet, de la población de mamíferos sociales desde el aula, permite añadir a cualquier reflexión o debate, los resultados que Google o Scopus vaya añadiendo a la conversación.
Nótese que en este caso, todos aprenden, pues el profesor difícilmente podría estar al día de todos los resultados que, de manera instantánea, aparecen en los buscadores de Internet.
La otra cara de la sociedad de la información para la población de mamíferos sociales del aula, son aquellas tecnologías de la comunicación, que corresponden al biopoder sensorial de nuestro cuerpo animal y mamífero, nacido y desarrollado para la interacción. Ambas caras, pues, son complementarias y se refuerzan mutuamente. Los estudiantes son nativos digitales muy familiarizados tanto con Internet como con la interacción entre iguales. Los profesores son inmigrantes digitales que, en general, no han participado en actividades académicas de tipo interactivo, como las que estamos mostrando aquí. Y evidentemente, si bien ambos grupos, profesor y alumnos, son beneficiarios de tales revoluciones, el primero es el que más gana, pues el profesor integrado a estas dinámicas participativas en el aula, entre los cuerpos, o entre los cuerpos e Internet, va a ir dándose cuenta que no es tan difícil como antes pensaba, pues sus alumnos no son de párvulos, no necesitan una suma atención, lo único que necesitan es ser guiados en las actividades participativas. De esa manera, el profesor trabaja menos, pero el resultado es un incremento significativo en la eficiencia del proceso de enseñanza – aprendizaje. Los alumnos dejan de estar así “apoltronados” en las bancas esclavas. Y reconocen que sus cerebros van a estar más activos si sus cuerpos también lo están.
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9. Noveno Supuesto: Un profesor más nueve alumnos. Complementando el examen final
Partimos aquí del supuesto en que un profesor que acostumbra a realizar a sus alumnos un examen final de evaluación, acepta, en este período de transición, que los alumnos puedan presentar, junto al examen, un trabajo colectivo realizado con otros alumnos del aula, y apoyado por tutores “de fuera”, es decir, que no requieran un esfuerzo suplementario al profesor en cuestión.
Los alumnos siguen las clases, como de costumbre, según las pautas que acostumbre a seguir el profesor. Pero ellos mismos se reparten en grupos, que van a ir desarrollando materiales complementarios a los del profesor, de forma que al final de curso, estos materiales puedan complementar un cierto porcentaje de la evaluación.
¿Qué es lo que se consigue de esta manera?
Pues que aquellos profesores que deseen seguir exactamente igual sus clases, pueden de hecho seguir haciéndolo, pues él no va a tener que perder ningún tiempo en la innovación que esto supone. Simplemente que los grupos de alumnos, asesorados por otros alumnos ya experimentados, y/o por otros profesores, van a ir desarrollando ese trabajo colectivo, en paralelo, que además de permitirle reforzar sus conocimientos, le va a suponer un alivio, un refuerzo, de la calificación obtenida en el examen final.
10. Décimo Supuesto. Aterrizando en el conocimiento local
En nuestro caso, al tratarse de Ambientales y de Biología, aproximarnos desde la clase, hacia el conocimiento local, resultaría de cajón. En general el conocimiento local, por parte de las poblaciones de mamíferos sociales, resulta imprescindible, por varias razones.
Entre ellas elijo aquí un tema que va a dar estos años mucho que hablar. Las erupciones solares. De hecho hay equipos de científicos que han empezado a advertir ya de los riesgos para las telecomunicaciones, que suponen las tormentas solares, que estos años se esperan cuantiosas e intensas.
Lo significativo es la importancia del conocimiento local, no sólo en general, para nuestra supervivencia, como “vivir super”, adelantándonos gracias al poder de la anticipación, sino en un mundo que ha sido caracterizado como “Sociedad del Riesgo”, donde los riesgos van en general en aumento.
Por otra parte y estando en una Facultad de Ciencias, resulta más que aconsejable el poder reconocer los organismos y hábitats que nos rodean y acompañan, cada vez que caminamos por los alrededores.
Pongamos ahora el ejemplo de las sierras y montes que rodean el Campus de Teatinos.
Si le preguntáramos a cualquier alumno de ambientales o biología, por el nombre de los cerros que se divisan a través de las ventanas del aula, probablemente nos llevaríamos una sorpresa.
Los contenidos y enfoques, en general, de las asignaturas, suelen estar muy distanciados del conocimiento local y útil, para la población de mamíferos sociales del aula.
Baste pensar en una catástrofe que nos obligara a huir de la ciudad hacia los montes cercanos. Probablemente una gran mayoría de universitarios, no sabría ni por donde tirar, ni qué plantas comer, o donde localizar una fuente…
¿Y que hacer entonces?
En mi experiencia de salir, espontáneamente, con grupos de alumnos, a partir de nuestros encuentros en prácticas, por los alrededores del campus, lo primero es que el que más aprende soy yo, en el sentido de que todo el mundo con algo de experiencia comparte aquello que conoce y, así, como en el aula, en el campo, todas aprendemos de todas. Recuerdo aquel chaval que se colocaba una tarántula en la palma de la mano, algo que yo nunca había visto antes… O aquella chavala que abrazó en sus brazos tan tiernamente aquel chivillo…
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